Si tuviera que hablar de mi...
Tengo 24
años y nací un siete de enero en Buenos Aires. Me gusta imaginar que fui una
entrega tardía de los Reyes Magos.
Aunque
actualmente vivo en capital, toda mi infancia y adolescencia transcurrió lejos
del caos porteño: crecí en el interior del país, en una pequeña ciudad al sur
de la provincia de Santa Fe, junto a mis hermanos y padres. Mi papá, abogado
penalista, me enseñó a debatir los temas sociales, a investigar y a indagar. Mi
mamá, docente y escritora de libros infantiles, me integró en su trabajo, en su
pasión por la educación y la literatura.
En mi
adolescencia leía muchos libros de fantasía y suspenso. Los primeros indicios
de que un día me convertiría en periodista ya comenzaban a aparecer: junto con
una amiga, grabábamos programas de radio para luego reproducirlos frente a toda
mi familia.
Los
idiomas también fueron parte esencial de mi vida. Desde pequeña, mi mamá y mi
abuela me incentivaron para que aprenda inglés como segunda lengua y que lo
pudiera hablar fluido y perfecto. Cuando aprendía palabras nuevas, muchas veces
sentía como si las redescubriera, porque ya las sabía y simplemente surgían
naturales de mi boca.
Esta facilidad me capacitó para rendir con éxito todos
los niveles de inglés de Cambridge, continuar, más adelante, con mis estudios
en el extranjero y escribir para un periódico norteamericano.
Sin
embargo, mi primer gran paso fue despedirme de la ciudad que me había visto
crecer para volver rumbo a mi origen, la gran ciudad de Buenos Aires, para
estudiar lo que siempre había soñado: periodismo.
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