El Lector, Bernhard Schlink
Hoy no voy a escribirles sobre la trama del libro, sino de lo que sentí cuando leía El lector, novela que ya todos conocemos y cuya película le mereció un Oscar a Kate Winslet como mejor actriz.
Al principio, esta historia de amor entre un adolescente y una mujer me pareció repulsiva, hasta me hizo sentir incómoda, pero a medida que los sentimientos de Michael Berg se van expresando y liberando, fui aceptando la idea de que los amores prohibidos son los que más marcan nuestra vida. Así transcurre la primer parte del libro, los encuentros secretos entre Hanna y el joven muchacho, las peleas, y sobre todo las lecturas, que tanto la apasionaban.
Pero de repente, todo cambia. La segunda parte presenta un panorama totalmente diferente. Ahora Michael ya es un joven estudiante de Derecho frío y distante a causa del vacío que le dejó esa relación y la marcha repentina y sin explicaciones de la mujer que amaba. Sin embargo, ni el mismo protagonista ni yo como lectora me imaginé lo que iba a pasar después. En una época de posguerra, donde la corriente del Revisionismo Histórico empieza a hacerse notar, Michael junto a sus compañeros asisten a un juicio a unas antiguas agentes de la SS acusadas de haber dejado morir a 300 mujeres judías en un campo de concentración durante el incendio de la iglesia en la que estaban encerradas en el año 1944. Y ahí, de la nada, reconoce un rostro: Hanna era una de las acusadas.
Creo que no hace falta contar nada más de la trama y dejar que cada uno se sumerja dentro de la historia, pero lo que sí puedo decir es que nunca creí que podría llegar a tener sentimientos tan ambivalentes con respecto a un tema tan delicado. La cercanía de Michael con Hanna, los sentimientos que despiertan al joven reencontrarse bajo esas circunstancias con la mujer que amó hacen que hasta el propio lector se sitúe en la piel del futuro abogado y llegue a dudar de todo lo que creyó hasta ese momento sobre el bien y el mal, y en especial sobre el Holocausto.
Pero hay algo que me quedó de ese libro... ¿Qué es el pasado?¿Podemos desprendernos de èl, o es acaso una parte fundamental de nuestro presente, algo de lo que nunca podremos dejar atrás?
Al principio, esta historia de amor entre un adolescente y una mujer me pareció repulsiva, hasta me hizo sentir incómoda, pero a medida que los sentimientos de Michael Berg se van expresando y liberando, fui aceptando la idea de que los amores prohibidos son los que más marcan nuestra vida. Así transcurre la primer parte del libro, los encuentros secretos entre Hanna y el joven muchacho, las peleas, y sobre todo las lecturas, que tanto la apasionaban.
Pero de repente, todo cambia. La segunda parte presenta un panorama totalmente diferente. Ahora Michael ya es un joven estudiante de Derecho frío y distante a causa del vacío que le dejó esa relación y la marcha repentina y sin explicaciones de la mujer que amaba. Sin embargo, ni el mismo protagonista ni yo como lectora me imaginé lo que iba a pasar después. En una época de posguerra, donde la corriente del Revisionismo Histórico empieza a hacerse notar, Michael junto a sus compañeros asisten a un juicio a unas antiguas agentes de la SS acusadas de haber dejado morir a 300 mujeres judías en un campo de concentración durante el incendio de la iglesia en la que estaban encerradas en el año 1944. Y ahí, de la nada, reconoce un rostro: Hanna era una de las acusadas.
Creo que no hace falta contar nada más de la trama y dejar que cada uno se sumerja dentro de la historia, pero lo que sí puedo decir es que nunca creí que podría llegar a tener sentimientos tan ambivalentes con respecto a un tema tan delicado. La cercanía de Michael con Hanna, los sentimientos que despiertan al joven reencontrarse bajo esas circunstancias con la mujer que amó hacen que hasta el propio lector se sitúe en la piel del futuro abogado y llegue a dudar de todo lo que creyó hasta ese momento sobre el bien y el mal, y en especial sobre el Holocausto.
Pero hay algo que me quedó de ese libro... ¿Qué es el pasado?¿Podemos desprendernos de èl, o es acaso una parte fundamental de nuestro presente, algo de lo que nunca podremos dejar atrás?
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